viernes, octubre 23, 2009

Jugar cuando eres viejo

La vida se alarga
y hay que hacer interrupciones,
el camino se atraganta
y poco es lo habitual.

Jugar cuando eres viejo.

Distraerse
y poder no perder el tiempo.
Fastidiarla sin remedio,
sin perdon posible.

Traducir a palabras
las emociones que no sabes ni sentir.
Esperar lo inesperado,
desesperar en lo previsible.


Asomarse a un abismo
imaginando su descenso.
Saber matar la voz
escuchandola gritar solo por dentro.
Haber llorado y vomitado.
Si surge, al mismo tiempo.

No perder el contacto
y saber cuando sobras.
Aprender a perder
y, sin dejarse, evitar ganar siempre.

Convertirlo en respeto.
Pasar.
Caminar despacio
y pensar a la velocidad de la luz.
No pisar nunca en casa
y desear siempre el regreso.

Ver llover y atardecer
con la misma intensidad
que mirarte sobre mi.

Odiar cuando amanece.

Escuchar, escuchar, escuchar.

Viajar en cuerpo y cerebro.

Morir antes de haber muerto
para resucitar dentro de un rato
a la hora de comer.